Descripción General

     En el área más occidental de la costa cántabra, donde termina la provincia asturiana, comienza el territorio correspondiente al municipio de Val de San Vicente, siendo la localidad de Unquera –cuyas famosas corbatas de hojaldre se han convertido en el producto gastronómico por excelencia de la zona– la que abre paso ejerciendo como eje de comunicación. La desembocadura del río Deva, a través de la ría de Tina Mayor, constituye la línea divisoria entre ambas regiones. Tanto ésta como la ría de Tina Menor, que forma el Nansa en su salida al mar Cantábrico, son dos de los privilegiados enclaves naturales que conforman la diversidad ecológica de este término de gran belleza paisajística, como se refleja en su escarpado litoral y en sus numerosas calas y playas.

En los catorce núcleos de población que lo integran, repartidos en una superficie de 50,9 km2, residen más de 2.600 habitantes, cuya economía se sustenta, en general, de la industria alimentaría, las actividades ganaderas y, cada vez más, de los ingresos que proporciona el turismo, un sector en auge en sus diferentes variantes. En este sentido, se ofertan múltiples actividades turístico deportivas, entre las que cabe resaltar el Descenso Internacional del río Deva en piragua, que se celebra a finales de agosto coincidiendo con la festividad de los Santos Mártires, en Unquera.

En cuanto a su patrimonio histórico, destaca la torre medieval de Estrada, ejemplo de organización de un antiguo centro de dominio señorial, que está declarada como Bien de Interés Cultural. Asimismo, sobresalen numerosas hileras de viviendas montañesas y casonas de los siglos XVII al XIX diseminadas por los pueblos de Luey, Molleda, San Pedro de las Baheras, Helgueras, Prio... y también en la capital municipal: Pesués.

Historia

     A partir de los yacimientos arqueológicos localizados en el territorio que hoy corresponde al municipio de Val de San Vicente y su entorno inmediato ha sido posible recomponer parte de los primeros episodios de este lugar. Los restos paleolíticos descubiertos, por ejemplo, en las cuevas del Pindal, en la localidad asturiana de Pimiango, así como los utensilios hallados en las cavidades de las Cabras (Luey) y del Rejo (Prellezo), que corresponden al periodo Magdaleniense, y las pinturas rupestres de Fuente del Salín, en Muñorrodero, constatan la existencia de pobladores desde épocas muy tempranas. A estas gentes, cuyo perfil indica que eran cazadores y que, además, vivían de la pesca fluvial y de la recolección, les sucedieron en el tiempo los indígenas prerromanos, siendo los orgenomescos el grupo que dominó esta área.

Dicho pueblo cántabro, como el resto de los grupos de la región, subsistía gracias a una agricultura muy básica, basada sobre todo en cereales, ya que por aquel entonces la vegetación era mucho más densa que la actual. Sin embargo, lo que no se ha logrado determinar con exactitud es el núcleo principal de esta gente, ya que entre los investigadores existen voces que apuntan al ámbito de San Vicente de Tina Mayor, mientras que otros se inclinan por ubicarlos en la zona de Tina Menor.

Desde el punto de vista cronológico, el siguiente momento conocido de la historia de Val de San Vicente remite a la época de los romanos. De ella son testigos cruciales las dos calzadas que atravesaban estas tierras. La primera es la conocida como la Vía de Agrippa o de la costa, que, procedente de Estrada y Abanillas, atravesaba Luey y, tras recorrer el litoral, continuaba su itinerario por Asturias. Aunque no hay constancia de ello, cabe pensar que durante la Edad Media esta vía fuera utilizada como ruta jacobea costera por los peregrinos que se dirigían o regresaban de Santiago de Compostela. Precisamente, este camino fue recorrido por el Emperador Carlos V en 1517 en su primer viaje por España.

La otra calzada es la que se ha dado en llamar Itinera Antigua, que se cruzaba con la anterior en la localidad de Estrada y era el enlace del puerto de San Vicente con la meseta castellana tras atravesar el valle del Nansa.

En la Edad Media, hacia el siglo XII, las diferentes aldeas de este valle occidental aparecen documentadas como partes integrantes de las Asturias de Santillana. Sus gentes eran de behetría, por lo que gozaban de condición jurídica libre, o, lo que es lo mismo, podían elegir libremente a su señor. Sin embargo, el Apeo de 1404 pone de manifiesto la extensión de los dominios señoriales de la Casa de la Vega y Castañeda. Esta última familia adquirió la jurisdicción sobre los concejos de Val de San Vicente a través de los privilegios reales otorgados por Juan II a su canciller Juan García Manrique (Casa de Aguilar y de Castañeda), en 1445 y 1447. Esta condición de tierra de señorío se mantuvo a lo largo de la Edad Moderna y hasta finales del siglo XVIII. No obstante, cabe destacar también la existencia de un linaje local de los más antiguos de la región: la Casa de Estrada, que estableció su núcleo jurisdiccional en la torre ubicada en la localidad que le da nombre. No se precisa cuándo se inicia este dominio, aunque varios autores han datado la torre –desde la que se tenían sometidos a los colonos y pequeños propietarios– en el siglo IX.

Desde el siglo XV y hasta que Fernando VII se reservó mediante la Real Célula de 1814 los nombramientos de los alcaldes mayores y corregidores, éstos eran designados por los marqueses para el ejercicio de la jurisdicción civil y criminal, como ocurría también en Rionansa y Tudanca. Ya en el siglo XIX el primer ayuntamiento constitucional correspondiente al término que hoy ocupa Val de San Vicente se formó en 1822 en Luey y estaba integrado en el partido judicial de Puentenansa. Sin embargo, no incluía los lugares de Estrada y Unquera, que pasarían a formar parte de este municipio en 1835, cuando adoptó la denominación actual, configurándose con los núcleos que mantiene hoy en día y quedando establecida su capital en Pesués. A partir de entonces quedó adscrito al partido judicial de San Vicente de la Barquera.